miércoles, 14 de abril de 2021

BIG-BANG

Hay estallidos que matan, otros que alegran, los más que estremecen y asustan. La primera vez que sentí un estallido fue cuando, por curiosidad, puyé con la espina de un cactus, la bomba de goma inflada de mi primo Marcos que la exhibía jubiloso como una novedad propia de la infancia. Pagué en carne viva una paliza propinada por mi propia Madre indignada ante le queja de Beca, la cuidadora del niño mimado de mi tía Victoria. Aquello fue el estallido emocional de una bomba de color como esas que ahora se elevan en conglomerado manojo para atractivo y diversión en fiestas infantiles. Hay otras que por sorpresa ensordecen y asusten y al final suscitan un comentario o una sonrisa. Pero las que suelen estallar por las manos ingratas de Hezbola, Hamas o Yihad en alguna parte poblada del mundo, evidentemente que responden a la venganza política internacional que ni los mismos salvajes entienden, pues además de bienes que nada tienen que ver, padecen y mueren muchos inocentes. Pero el gran estallido de verdad y al que ningún físico cosmólogo le encuentra explicación científica es el de la explosión cósmica del BIG-BANG que da comienza al Universo que se expande cada vez y parece no tener fin. (AF)

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