viernes, 22 de noviembre de 2024

Blacamán comio zapoara

Aquí a ciudad Bolívar solían venir por temporada Circos como el de los Hermanos Valentinos, el de Almeidine y el famoso fakir Blacamán luego de realizar recorridos por Caracas y otras ciudades importantes de Venezuela. Blacamán que era habilidoso en encantar caimanes y serpientes suministradas por Víctor Monedero el dueño del Circo de Perro Seco cayó en la tentación de comerse la cabeza de la zapoara y terminó casándose con una guayanesa de apellido Weis que vivía en la Calle Libertad. Después se descubrió que Blacamán no era en realidad ningún faquir de la India como él se publicitaba sino un calabrés prestidigitador con gran habilitad y velocidad de manos para ilusionar y embaucar a los ilusos-. Por cierto muy parecido a ciertos políticos y funcionarios públicos, uniformados o no, de toda jerarquía y calaña y con destreza en las manos para tocar el tesorero público y soltura en la lengua para engatusar a ingenuos. El hombre Nuevo En sus discursos encadenados, Maduro suele hablar del “hombre nuevo” como producto del modelo socialista que trata de imponer a los venezolanos desde hace ya dieciséis años. “El hombre Nuevo” (así extrañamente utilizando el masculino genérico). Acaso ¿ese hombre que todos los días vemos en las calles haciendo colas frente a la escasez? ¿El mismo hombre u otro distinto al que buscaba Diógenes por las calles de Grecia utilizando una linterna encendida a pleno Sol? Diógenes ayer 300 años antes de Cristo, como lo quiere Maduro hoy, buscaba un hombre semejante a él y como no lo encontró terminó suicidándose, pero antes tuvo la ocurrencia de ironizar a Platón que había dicho: “el hombre es un animal bípedo implume”. Lo ironizó tomando un gallo que desplumó y lanzó a la calle ante los ojos de los viandantes: “He ahí el hombre nuevo”

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