Un buen día, Soto, me sorprendió y me dijo. “Quiero agradecerte lo bien que te has portado con el Museo a través de las páginas de El Nacional”. Ignoraba de qué se trataba. Cuando llegamos la humilde casa de doña Enma, su madre, el mismo me sirvió un gustoso almuerzo d morocoto. (AF)
No hay comentarios:
Publicar un comentario