miércoles, 25 de noviembre de 2020

El Pataruco de Luisa Bártoli

Cuenta Alejandro Otero que en la Pensión de Luisa Bártoli allá en Upata había un traspatio que se perdía de vista, en el que se criaba toda clase de animales: pavos, patos, gallinas cochinos y un hermoso gallo Pataruco ciego de un ojo, pero en lugar del ojo, era un profundo e informe agujero, en el qu manaba un líquido viscoso de color negruzco. El pintor que estaba de visita contemplando el gallo muy de cerca y tratando de imaginar las causas de su defecto visual, saltó cuando el Pataruco se sacudió y una gota de aquel humor le cayó en la rodilla de la pierna izquierda. Como pudo se lavó y todo el trayecto de regreso hasta su casa lo hizo obsesionado por ese olor que se desprendía de su rodilla. Al llegar a su casa, Alejandro no dijo nada, se desvistió y lavó a fondo con jabón, pero nada todavía. Cada vez que se agachaba y acercaba a la cara al sitio de su preocupación, el mismo olor. Se puso alcohol, yodo, agua, colonia, y nada. Terminó por hacerse una llega en la rodilla que seguía oliendo tan mal como antes, hasta que se dio cuenta, el cabo de alguno días de silenciosa tortura mental, de que ese olor provenía de la suela de sus alpargatas, que o estaban suficientemente curtidas (AF)

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